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jun
07

GENERANDO ALIANZAS…ECOFEMINISMO EN EL SIGLO XXI

El Ecologismo y el Feminismo son dos movimientos sociales con importancia sustancial en este nuevo milenio, que hasta hace muy poco tiempo, miraban hacia horizontes diferentes. Con el surgimiento del Ecofeminismo a mediados de los años 70 del siglo XX, se abre una amplia posibilidad de generar alianzas entre ambos, en pos de un objetivo común: la temática ambiental con perspectiva de género.

Para comprender las teorías actuales del Ecofeminismo, se hace necesario un breve recorrido por su historia. No hay un solo Ecofeminismo, sino posturas diferentes, de las que se pueden rescatar objeciones y aciertos. El  Ecofeminismo  surge inicialmente como lo que hoy conocemos como Ecofeminismo Clásico, basado en teorías biologisistas.  Es un   feminismo de las diferencias, que sostiene  que los hombres y las mujeres son “naturalmente” opuestos. Ellos “naturalmente” agresivos y competitivos; y ellas “naturalmente” pacíficas y amantes de la naturaleza. Afirma que  la cultura masculina nos ha llevado a las guerras y a la destrucción de la naturaleza y que la mujer es la esperanza de la conservación de la vida. Se preocupó por la salud de las mujeres y por recuperar el control del propio cuerpo. Sin embargo, este primer Ecofeminismo fue duramente criticado en primer lugar por los varones, que se sintieron demonizados y agredidos; y en segundo lugar por la mayoría de las feministas que no tenían en absoluto sensibilidad ecológica. Actualmente se sigue asociando el término Ecofeminismo a esta primera etapa del movimiento, y se desconocen las teorías constructivistas más recientes.

En los últimos años, surge el  Ecofeminismo Espiritualista, con numerosas seguidoras en la India y en América Latina. Este es un movimiento en contra de la dominación, antisexista, antimachista, antielitista y antiantropocentrista. Es un pensamiento teológico-feminista que insta a abandonar la imagen patriarcal de dios como dominador, resaltando el rol de la naturaleza. No demoniza a los varones, y coloca especial interés en las mujeres pobres y las mujeres de pueblos indígenas. Realiza una fuerte crítica al  desarrollo técnico occidental, llamandolo “mal desarrollo”, que con raíces patriarcales de dominación es responsable de la explotación de las mujeres y la naturaleza.

Compartiendo algunas posiciones con las teóricas  clásicas y escencialistas como la lucha contra el antropocentrismo, el elitismo y el sexismo, pero sin compartir teorías  religiosas, surge el  Ecofeminismo Constructivista, desde donde se sugiere que las actitudes  de dominación masculinas y de sumisión femeninas, son culturalmente construidas y propone la deconstrucción de las mismas. Las mujeres tendrían una visión protectora sobre la naturaleza basada en sus responsabilidades de género en la economía familiar (cuidado del huerto, recogida de leña, interacción con las mascotas, etc). Es decir que a partir de la interacción de las mujeres con el ambiente, surge la mirada afectiva hacia el mismo. Desde la misma perspectiva se habla de la construcción cultural del “yo masculino” dominador, separado de su cuerpo, de sus afectos, de la naturaleza y de los demás seres vivos  que condujo a la civilización destructiva actual. Asumiendo  los roles de género como construcciones socioculturalmente impuestas, se acepta  también que son modificables, que se pueden deconstruir para generar nuevas visiones del mundo y la naturaleza en hombres y mujeres, rescatando las visiones tradicionalmente” femeninas” relacionadas al cuidado de otros seres vivos y del ambiente, para universalizarlas.

Podemos apreciar que  el ecofeminismo es un movimiento en pleno proceso de elaboración y discusión. Existen distintas posiciones que generan tensión entre las mujeres rurales, indígenas y de ciudad, por necesidades y visiones diferentes que muchas veces hacen que se debilite el movimiento, porque se privilegia la posición de unas u otras. Es necesario dejar de lado las posturas intransigentes ,que impiden lograr beneficios comunes, pero también es importante no perder de vista la dificultad que hemos tenido como colectivo para visibilizarnos y  no perder el terreno ganado en la conquista de derechos. También hay quienes sugieren que sumar la lucha ambiental a la feminista, es debilitar a ésta última . Es cierto que las mujeres del mundo tenemos todavía muchas cuentas pendientes en términos de equidad , que es una ardua tarea y requiere un gran esfuerzo, pero  esto no invalida que podamos tener una mirada comprometida con el ambiente .   Es importante que como colectivo femenino entendamos que la conquista de la equidad  sólo puede ser  sustentable en una sociedad sustentable, y para ello debemos tener en cuenta el ambiente que nos contiene y del cual somos parte. Por otro lado, es imperioso también que el ecologismo incluya las necesidades de las mujeres en sus propuestas ya que la temática de género atraviesa transversalmente la injusticia social. Hay hombres y mujeres pobres, hombres y mujeres originarias, hombres y mujeres discriminados por cuestiones étnicas, hombres y mujeres rurales, etc.

Creemos que es necesaria una profunda transformación en las relaciones entre hombres y mujeres, y entre éstos y la naturaleza, dejando atrás las relaciones de jerarquía y poder, construyendo relaciones horizontales, aceptando la diversidad y respetando las diferencias.

La alianza ya está hecha, habrá que demostrar que se pueden sumar las luchas en pos del bien común, sin perjudicar los logros individuales.

 

 

 

 

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